La agricultura de invernaderos se encuentra en constante evolución para mejorar la producción tanto en calidad como en cantidad, así como reducir los costes. Uno de los principales motivos por los que este sistema destaca frente a los demás, es su efectividad del uso del agua y fertilizantes.
Los nutrientes de las hortalizas dependen en gran parte del desarrollo del cultivo y las condiciones climáticas a la que se expone. El invernadero permite modificar parcialmente el clima de su interior, alterando niveles de temperatura, radiación y contenido en CO2.
La rentabilidad de este sistema de producción está muy asociada a la eficiencia en el uso de los recursos. Actualmente convivimos con diferentes problemáticas e impedimentos para la producción, como pueden ser los elevados precios de los fertilizantes o la contaminación del suelo y de las aguas subterráneas. Otra de sus características es la capacidad de hacer que las propiedades del suelo cambien rápidamente debido a las altas temperaturas, consiguiendo un cultivo intensivo con una importante extracción de nutrientes.