Un julio lluvioso arruina la producción hortícola de temporada en Guipuzcoa

Las abundantes precipitaciones del pasado mes de julio en Guipuzcoa se han cebado especialmente con las plantaciones de tomate y vainas (judías) a cielo abierto. La excesiva humedad y la falta de sol ha propiciado que los cultivos no hayan alcanzado el grado de madurez habitual a estas alturas del verano. Por si eso fuera poco, la mildiu, enfermedad producida por hongos y que ataca a las plantas en terrenos húmedos, está terminando de rematar las cosechas; amenaza de la que tampoco escapan producciones frutales, como el txakoli y el vino.

El verano se presentaba con buenas expectativas, tras una primavera benevolente, sin embargo los quebraderos de cabeza de los productores guipuzcoanos ya comenzaron a finales de junio, cuando varios días de calor extremo mermaron la producción. Las altas temperaturas ablandaron los tomates, abortaron las vainas en plena germinación, y quemaron otros cultivos que hasta entonces crecían sin mayores contratiempos.

Más recientemente, en las últimas dos semanas, continuaron los problemas. Como dice un productor de la zona de Hernani, ”No es que haya llovido, es que no ha parado un instante”. Y precipitaciones de tal intensidad acaban teniendo efectos negativos, ya que ”encharcan el suelo, asfixian las raíces de los cultivos y acaban por convertirse en un foco continuo de enfermedades”.

Según comentan los medios de la zona, tan sólo el tomate de invernaderos salvará está desastrosa temporada. La protección de las estructuras de cobertura resulta fundamental para sortear este tipo de inclemencias meteorológicas no del todo infrecuentes en la costa Cantábrica y sus inmediaciones. Esperemos que el próximo verano se dé mejor.

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